miércoles, 30 de marzo de 2011

autorretrete.

Whisky.
Tabaco.
 Una ora colgado al teléfono.
Tabaco.
Un miligramo de trankimacin.
Una hora ajusticiado al teléfono.
 M..........
Tabaco y ordenador. Pequeño repaso, gran descripción, de este que escribe.
Papela en blanco, ¿y que te cuento?

Medía, apenas un metro veinte. Hera, delgado y asustadizo.
 No era fotosensible, ¿Por qué digo esto, os preguntareis? Por que  no me hacían fotos, al menos yo nunca las vi.
 No era, ni triste, ni alegre.
Tenía esa impresión exiliada del resto de emociones  de que los demás, no me veían.

 Ahora, escribo  forzado, a paso lento, pero, entre calada y calada, escribo.
Ahora, estoy más fuerte, e intuyo que la gente me ve. Se que me ven, de la misma forma, que se, cuando se malogran sus apreciaciones  al juzgarme.
Kso ese tío tan tranquilo.
 Kso, ese que siempre esta de buen humor.
 Kso ese feliz de la vida…  Al archivar mi personalidad, en su registro de humanos compatibles a ellos,  desde  su perspectiva, suelen herrar.

Solo había dos habitaciones, dos barracones seria mas acertado, para 120 alumnos, compañeros, niños...
Tenía 5 años
.Hera febrero.

 Una cama, una mesita, una  cama, una mesita, y otra mesita y otra cama. Así, asta el final del albergue. Culminaba esta sucesión de pequeñas moradas  un enorme ventanal de madera.
Eran 120 internos, y yo solo era, uno más.

 Ahora, tabaco,  whisky y escitalopran .
En la tele, concurso; Pregunta, el Bosco, fecha de nacimiento incierta?.

Tenía miedo a dormir en aquel cuarto. Solía, al apagarse la luz, mirar hacia el ventanal. Un bosque negro, un cielo amenazador, iluminado por la luna y al fondo, sin distinguirla, solo escuchándola, la Playa.
Siempre fría. Siempre presente, audible, húmeda, soñada, pero muy lejana para mis pequeños pasos de niño de 5 años.
Tenía miedo a dormir en aquella cama.
 La causa era más trivial, de lo que en un principio os pueda parecer. Me hacia pis en la cama por la noche. Así de banal, miedo a mearme, miedo a las risas de los demás, miedo a ser clasificado dentro del pequeño grupo de los meones. Miedo, en definitiva miedo.
 Tenía miedo a dormirme, tenía  ansiedad, provocada por la húmeda y nocturna ignominia.
Tenía miedo.
Una mesita y después una cama .Una cama y después una mesita .Cada camastro, ocupado por un universo, que ya de aquella, me imaginaba, serian unos mundos tan complejos como el mío. Infranqueables creaciones, abrazados por esas sabanas  blancas y frías, abrigados por un cobertor rojo a cuadros azules. Unos universos descomunales y tan lejanos, que me era imposible saber, si alguno de ellos tenía miedo como yo.
Tras algún murmullo entre los mas veteranos, me sabe mal ahora llamarlos mayores, se apagaban las luces, y a dormir. Se rezaba en alto una plegaria de esas católicas, una cualquiera, de la que afortunadamente no recuerdo nada.
Luego silencio.
Silencio y oscuridad.
Y era como cosa de magia. Con las manos tirando del cobertor hacia  arriba, desaparecía, me hundía en mi propio ostracismo, para que no me entrase ni la mas minima sensación de frío, para  no sentir el desafecto de aquella habitación.
Con los ojos abiertos como platos, a los pocos segundos se hacia la luz.
Es esa luz que surge ante nosotros, cuando la pupila se acostumbra a la penumbra, a la oscuridad de la habitación de un niño insomne. Hay, aparecía esa luz, que le da a todo un a forma diferente. Bultos que se alargan y se funden con otros bultos. Parecía prodigioso. Incluso el sonido de la respiración de algún compañero cercano, el sonido de los muelles de su cama metálica, envueltos en aquella luz penumbrosa, invitaban a sentir las distancias con ellos, más cercanas. Sabia que no los podía tocar, sabia que bajarme de la cama, franquear primero la altura de el camastro, y caminar asta el catre de mi hermano, era una aventura que no podía realizar. Pero en la luz penumbrosa, todos estábamos mas cerca. Allí, a media luz, todos éramos mundos de sensaciones y pensamientos  soberanos. Universos, que no estaban lastrados por las diminutas medidas, de los cuerpos de niño que los envolvían.
 Solemos pensar, los adultos, que los niños son poca cosa, que no se enteran, que no sienten cosas al mismo nivel que los  sabios adultos. Solemos pensar, que no tienen sabiduría. Solemos pensar, los adultos…
 Acordándome de cómo éramos entonces, me avergüenzan esas aseveraciones.
Así, agazapado en la penumbra, me encontraba cada vez más cómodo.
 Pero por la izquierda, como una niebla marina, entraba através de la puerta, que el tutor había dejado abierta, para más seguridad supongo, por allí, entraba el insoportable hedor de los baños. Es un olor que todavía hoy me persigue. Es un olor a orín y lejía, a humedad y lejía, a lejía y a todo lo que ella no puede eliminar.
Ese olor que todavía hoy, 34 años mas tarde, me revuelve  las entrañas, en algún baño publico, Ese penetrante hedor, cortaba de raíz, toda aquella ilusión óptica tan agradable, engendrada por la adaptación de mis ojos  a la luz  .
Así, aplicando  un correctivo a ese invasivo hedor, volteaba mi cuerpo a la derecha .tratando de dar la espalda a la bruma de pestilencia. Emanación  que me revolvía, dejándome  claro que aquel sitio no era un espacio calido, que aquel sitio no era un hogar.
¿Que es un hogar sino, ese espacio donde puedes  cagar sin sentir degradables y lejanos aromas de otras personas desconocidas?.
Que clase de hogar podía  ser, ese, en el que por la noche, a un niño de 5 años le sitia y le arropa, la lejía y lo que ni ella destruye.
Aquel día, que ahora recuerdo, trate por primera vez, vencer esa corrupción sensorial. Dándole la espalda, con la cabeza dentro de las sabanas, guardando el calor de mi aliento, trataba de no sentirlo. Guardaba fuerzas.  No sabía para que las almacenaba, pero seguro que en algún momento las necesitaría.
Pronto tuve que respirar aire fresco, la técnica del avestruz no era eficaz, pronto descubrí que no  sirve de mucho.
Mire hacia la derecha y  ¡por dios que alegría! Todo había sido un sueno
 Todo, el hospedaje y el olor. Todo, todo, un sueño y no  más.
Frente a mis ojos se vislumbraba el armario de mi habitación, esa de la que yo no quería haber marchado ni en sueños.
Si, allí estaba, con  sus puertas, con mi ropa y mis juguetes, con mi olor.
Como pude, me baje de la cama, no encontré las zapatillas, siempre  me dicen, que soy un desastre, que si las dejo en el mismo sitio todas las noches, las encontraría asta con los ojos cerrados. Es igual, descalzo, camine asta mi armario. Frente a el, con grandes nervios, intente abrir la puerta de la derecha, la que tiene mas juguetes. Estaba dura, pero con ímpetu y un gran escándalo, conseguí asaltar el ansiado armario, el cofre de los tesoros.
 Rico, el más rico del mundo. Seguro que abría despertado a mi padre. Seguro que me iba a dar unos buenos azotes en el culo, pero me dio igual. Que alegría, podría  zambullirme en el armario de cabeza. ¡A por mis cosas!
Oí dar voces a mi padre. Lo sentí correr asustado, pero…!que haces hay que no estas en la cama!
Su mano me cogió por el cuello del pijama. Mire hacia atrás y se derrumbo mi sueño.  
Era mi tutor y aquella visión, no era mi armario, ni dentro se encontraban  mis juguetes.
 Aquello, era la ventana del barracon. Al fondo el bosque y  la playa.
Todo era un sueño.
Todavía hoy, no se  precisar, si esta experiencia fue  un dulce sueño o una pesadilla.
Lo que  tengo claro, es que despertar fue pavoroso.
 Había  conseguido quedarme dormido y no me cobraban la correspondiente burla, por haberme meado encima.
Y tras la decepción de aquel, mi primer episodio alucinatorio, en el fondo había un triunfo,  conseguí dormir, sin  mearme. Conseguí bajarme de la cama, correr por aquel barracon. Mañana si lo deseo, por la noche puedo llegar a la cama de mi hermano y preguntarle que tal estas gumer  Podía si quería ir al baño y mocionar sin burlas.
Pensaba todo esto y a mi cara le venia una deslumbrante, y en aquella época de mi vida escasa  sonrisa. Sonrisa, que enfureció mas a mi tutor, que la interpreto como un gesto de rebeldía. Ya dije antes, que los demás no me veían., y no iba a ser este momento un momento distinto. A Dormir se a dicho, si es que con vosotros no se puede acostar uno tranquilo.
_!!!!!Si no estaba el enano este, asomao a la ventana?
¿ como te vuelva a ver hacer una estupidez así, te la vas a cargar.
Me dormí.
Me costo lo normal, lo de todos los días.
 Me dormí, calentito. Me desperté envuelto en mi pis. Me desperté, eso si, envuelto en un olor familiar y por tanto en un hogar, mí  hogar.
Ahora ya savia que esconder la cabeza  como el avestruz, solo conducia a la perdida del aliento y que el hogar esta....

5 comentarios:

  1. Que duros fueron los primeros días. Esta guapo el relato

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  2. Gracias por el relato.No nos conocemos aunque seamos contemporaneos.Yo trabaje en ese hogar, unos años.Siempre quisé saber como se vivían las cosas desde el otro lado.

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  3. olle buen buenisimo relato de la vida de antaño y de formacion de una persona ,que con unos valores nos enfrentamos a esta vida.anonimo me gustara saber quien eres quizas jano,chema, jose luis ,eladio ,avelina,raimundo ,maria,pedro,fran,no se tu anonimo que eras un tutor no¿?¿??¡?¿bueno jose cojonudo muy buenas frases un abrazo saluds araujo)

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  4. me alegro ke os guste, el anonimo no puede ser ninguno de ellos ,pues a esos los conocco y el dice que no me conoce a mi. un saludo a todos los que aprendimos a vivir alli.

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  5. directamente tengo que decir ,que que no solo eres un gran artista ,si no que ademas una grandisima persona.te expresas con una facilidad impresionante y que llega al alma,sinceramente hoy he vuelto a llorar leyendo tu relato ,por que me he sentido totalmente identificado contigo .yo tambien me he sentido asi el primer dia y quizas alguno mas ,gracias a ti mi memoria me ha hecho recordar esos momentos que creo que todos los que estuvimos alli ,pasamos por ellos en esos primeros dias,ademas yo tambien tenia a mi hermano y sentia lo mismo,!DIOS ,NO TENGO PALABRAS¡GRACIAS JOSE

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